Si bien cualquier mujer puede caer en las redes de un hombre tóxico, son candidatas sobre todo aquellas que tienen personalidades maternales y protectoras. Tips para reconocer los arquetipos más comunes y lograr enfrentarlos
Pionera en acuñar el término “relaciones tóxicas”, la autora norteamericana Lilian Glass plantea en su flamante obra “Hombres tóxicos” un conjunto de herramientas para detectar personalidades con componentes nocivos y ofrece técnicas para neutralizar el impacto de estas conductas, propiciadas mayoritariamente por las exigencias de las sociedades contemporáneas.
“Cualquier mujer puede caer en las redes de un hombre tóxico, pero sobre todo aquellas que tienen personalidades maternales y protectoras, o aquellas que se dedican vocacionalmente a profesiones que se centran en ayudar a otros, como enfermeras, trabajadoras sociales o psicólogas -dictaminó Glass en diálogo con Télam-. Ese tipo de personas son las que tienen mayor predisposición a entrar en contacto con hombres tóxicos”.
“El comportamiento tóxico encubre casi siempre una falencia o inseguridad. Está basado en factores como el miedo, la competitividad y en el modelo de crianza -planteó-. Las personas que manifiestan este tipo de conductas se pueden reconocer por las expresiones de cara, la forma de hablar y los gestos corporales”.
Glass es al universo de autoayuda lo que el sociólogo polaco Zigmunt Baumnan es a las ciencias sociales: así como el autor de “Daños colaterales” se vale del vocablo “líquido” para conceptualizar en varias de sus obras los rasgos de la modernidad, la autora norteamericana fue la primera en acuñar hace casi 15 años el término “tóxico” para designar toda la gama de comportamientos nocivos que alteran a determinadas personas y atraviesan las relaciones que entablan.
La también especialista en comunicación y asesora de imagen llegó a la Argentina para presentar su nuevo libro, “Hombres tóxicos” (Paidós), una obra que retoma el ideario central de su best-seller “Relaciones tóxicas” (1995), que en este caso se concentra en ofrecer tips para identificar a este tipo de personas y proporciona herramientas para evitarlas o bien para lidiar con ellas sin que esto redunde en sufrimiento.
¿Hay hombres tóxicos solamente? “No, todas las categorías que presento en el libro son válidas también para ellas. En realidad, el título referido a los hombres fue una sugerencia de la editorial, pero de ninguna manera se puede leer como una acusación al sexo masculino sino todo lo contrario”, confesó Glass.
¿Hay una sintomatología social que avala la aparición de componentes “tóxicos” en la personalidad? “No necesariamente, la diferencia es que hoy somos más conscientes de la existencia de estas conductas -explicó-. Sí es cierto que hoy se ve más gente que responde a esta caraterización por una cuestión de que hay mayores presiones económicas, culturales y sociales, pero las tipologías tóxicas no son una novedad”.
“A lo largo de todas las generaciones hubo gente tóxica. El avance es que hoy hay herramientas para hacerle frente a este tipo de conductas hasta neutralizar su efecto. De hecho el libro ofrece un catálogo de opciones para personas que comparten su entorno con gente de estas características”, señala.
En su obra, Glass establece 11 arquetipos de hombres tóxicos que van desde el “mentiroso seductor, manipulador e infiel” y el “sabelotodo arrogante y presuntuoso” al “narcisista egocéntrico cuyo lema es: yo, mi, a mí, conmigo y para mí”, pasando por el de “víctima autodestructiva que lo ve todo negro”, el “volcán pasivo-agresivo engañosamente tranquilo, pero a punto de entrar en una erupción mortal” y el “congelador emocional”.
“Hay tipos de personalidades que nunca tienen que estar juntas: un hombre pasivo-agresivo y una mujer controladora o bien dos personas muy controladoras entre sí son combinaciones mortales -enumeró-. Por supuesto que uno no puede eligir de quién se enamora, pero el amor se trata de admiración y respeto, y si esto desaparece tarde o temprano la relación colapsa”.
“La única manera de lidiar con un hombre o mujer tóxico no es escapar. Hay técnicas que permiten desactivar esos focos de tensión, por ejemplo a partir de la utilización del humor, el espejo o la confrontación directa. También esta el recurso de la fantasía: frente a cada episodio de acoso o desacreditación, imaginar -aunque luego no lo llevemos a la práctica- una situación en la que invertimos los roles y nos defendemos”, señaló Glass.
La autora está convencida de que todas las personas son portadores potenciales de conductas tóxicas que se activan en interacción con determinadas tipologías de carácter y que por el contrario permanecen inalterables frente a otras: “Todos tenemos algo que puede resultar tóxico para otras personas, aunque no para todo el mundo -analiza-. Una persona narcisista me puede molestar a mí pero no para otro a quien tal vez le guste este rasgo”.
“Creo que el límite de una relación tóxica debe ser la violencia. Fuera de eso, las conductas tóxicas son rehabilitables, pero en todos los casos el punto de partida debe ser la concientización del otro acerca de lo que genera su comportamiento.
Sin la voluntad de cambio, no hay cambio posible”, concluye Glass, que lleva más de 15 libros publicados sobre autoayuda.
Fuente: http://saludable.infobae.com/