Las noticias de abusos infantiles en recintos educacionales de nuestro país se han sucedido de manera lamentable. ¿Cómo disminuir los riesgos? En busca de consejos, recurrimos a los que entrega Vinka Jackson, sicóloga chilena, autora de una novela autobiográfica en la que relata el abuso infantil del que fue víctima y cómo salió adelante.
Vinka Jackson es una sicóloga chilena, madre de dos hijas y escritora, que está muy en el tapete por estos días. ¿El motivo? Es la autora del libro “Agua fresca en los espejos”, editado el año 2006 y reeditado por tercera vez el 2011, en el que trata sobre el abuso infantil que sufrió de parte de su padre y, que a la vez, es una carta a su madre.
Sus consejos pueden ser de gran ayuda, en momentos en que las denuncias sobre abusos sexuales a niños pequeños en distintos colegios y jardines infantiles chilenos han alertado a muchos padres.
Durante el año 2011, se registraron 13.753 casos de menores de edad violados y/o abusados sexualmente (70% corresponden a casos de abuso sexual infantil). Y cada día, 38 niños y niñas son víctimas de estos sufrimientos en nuestro país, según datos entregados por la Fiscalía Nacional.
Vinka habla justamente de eso. Y en su sitio web pide que todos lean un protocolo de detección y prevención de abusos. ¿Cómo no citarla en un periodo como éste? Imposible.
¡NO LO OLVIDES!
En primer lugar, Jackson recuerda que no existe un perfil inequívoco de los abusadores. “Más del 80% son conocidos y familiares; apenas un 5% son completos extraños”.
Dentro de lo que destaca, hay 4 puntos que pueden ayudar a todos los que hoy día se sienten amenazados, o tienen dudas sobre el bienestar de sus hijos.
1) Para cuidar, hay que estar presente. Sin tensión ni miedo, pero con atención y dedicación. La prevención y el cuidado son activos, proactivos. Se requiere constantemente una actitud despierta, consciente y dispuesta a la acción. El cuidado es anterior a todo, y la prevención es parte del cuidado. Aquí no caben improvisaciones: es preciso planear, preguntarnos cómo lo haremos, pedir apoyos como familia, leer, conversar, no temer nombrar lo difícil, decir verdades, preguntar lo incómodo. No se arriesga la inocencia de nuestros niños por hablar; se arriesga en el silencio y la omisión.
2) Cuidamos con amor y por amor, para empoderar a nuestros niños. No sintamos que nos gana el miedo o que llamamos a la desgracia porque nos planteamos seria y honestamente la pregunta sobre el abuso sexual infantil: qué hacemos frente a éste, cómo nos comprometemos en su superación, qué haríamos si debemos enfrentarlo como familia, cómo apoyamos a otras familias que deben atravesar esta experiencia, de qué forma conminamos a instituciones y comunidades a hacerse parte y hacerse cargo sin más demoras ni excusas.
3) Veamos a los niños como sujetos de derechos. Enseñemos a nuestros hijos cuáles son esos derechos. Ayudémoslos a explorar preferencias y límites. Seamos coherentes con el cuidado en casa: de nosotros, con nuestra pareja, con otras personas, y otros niños. Que los pequeños vean en los grandes referentes de respeto, protección, consideración, compromiso familiar y ciudadano. Necesitamos ser guías en el cuidado y la confianza. No podemos contagiar a nuestros peques de una desconfianza general que, en su incapacidad para diferenciar tonalidades y benevolencias entre personas o experiencias, asimismo los termina exponiendo a otros daños (como temerle a la vida plena). Más bien se trata de pasear, recorrer el barrio o la ciudad, visitar amigos y familiares, disfrutando el momento y permitiendo a una suerte de Pepe Grillo interior, recordarnos siempre de lo importante de nuestra presencia protectora y de lo afortunados que somos de poder estar cerca de nuestros críos.
4) En el tono de nuestra actitud y emoción, mientras cuidamos, estamos entregando decenas de mensajes que, aunque quizás difíciles de notar o traducir para un niño pequeño, están quedando en él, o en ella. Mensajes como “me importas”, “cuenta conmigo”, “los grandes estamos para proteger”, “yo te cuido, yo te quiero”… Lejos, al menos para mí, las palabras más hermosas y cargadas de poder que alguien pueda regalarnos en una vida.
Finalmente, Vinka concluye que “no tenemos que hacer esto solos. Es importante levantar entre todos un ‘cerco adulto’ alrededor de nuestros niños, formado por nosotros, los grandes. Sus familias, instituciones, el Estado, la sociedad completa. Puedo imaginar este cerco como un infinito triángulo con al menos 3 vértices y 3 tareas imprescindibles, destinadas a minimizar el riesgo de ocurrencia de abusos y amplificar el radio y potencia de nuestras acciones de cuidado. Estas son: Informarse, reducir oportunidades de riesgo y conversar con nuestros niños”.
Sigue a Vinka Jackson en www.vinkajakson.com.
Fuente: http://mujeres.grupopublimetro.cl/