En Brixton, en el sur de Londres -escenario de feroces disturbios en la década de 1980 y donde se produjeron profundas divisiones sociales y tensiones raciales- se empezaba a gestar una fiesta rápidamente organizada.
«La propia Thatcher representa mucho de lo que la gente odia respecto de lo que pasó en Gran Bretaña en los últimos 20, 30 años», dijo el diseñador gráfico Ben Windsor, parado junto a un hombre que sostenía un cartel con una caricatura de Thatcher con las palabras: «Regocíjate, regocíjate».
Un policía observaba la escena mientras varias personas bebían cervezas en lata y botellas de vino coreando: «¡Está muerta!».
Por su parte, Jimmy Burns, periodista y escritor del Financial Times, aseguró en declaraciones a radio Mitre (Argentina) que en el Congreso Anual de Estudiantes, que se está realizando en estos días, «comenzaron a aplaudir en forma de júbilo varios cientos de jóvenes».
«Quería terminar con los sindicatos, con el movimiento de la clase obrera; no acabó con nosotros, pero esa era su meta», dijo Judith Orr, editora del diario de izquierdaSocialist Worker. «Me alegra perderla de vista», agregó.
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