Un tratamiento de cuatro semanas con una dosis diaria de vino tinto sin alcohol logró reducir la hipertensión de los participantes y su riesgo de infarto y derrame en hasta 20%, de acuerdo con los resultados de una investigación.
El objetivo del estudio, publicado en Circulation Research, era comparar los efectos en la salud del consumo de vino tinto con alcohol y sin alcohol.
Desde hace tiempo hay estudios que vinculan el consumo de esta bebida a un menor riesgo de morir por alguna enfermedad cardiovascular.
También se ha investigado el potencial efecto protector de los componentes del vino tinto, los polifenoles, que se piensa pueden actuar como antioxidantes.
Los polifenoles, que incluyen flavonoides y no flanovoides como el resveratrol, se derivan del hollejo (la piel que cubre la uva), pulpa y semillas durante el proceso de producción de vino.
Los estudios con animales han demostrado que los polifenoles del vino tinto pueden proteger al corazón y tener efectos beneficiosos como, por ejemplo, reducir la presión arterial.
Pero hasta ahora las investigaciones con humanos han arrojado conclusiones diversas.
Y no se sabe si los potenciales beneficios se deben al componente alcohólico del vino tinto, el etanol, o a los polifenoles que contiene.
Alto riesgo
Para investigar el vínculo, el doctor Ramón Estruch y su equipo del Hospital Clínic de Barcelona y el Instituto de Salud Carlos III en España, reclutaron a 67 individuos de entre 55 y 75 años con un alto riesgo de enfermedad cardiovascular.
Todos sufrían diabetes o tres o más factores de riesgo cardiovasvcular, como hipertensión o alto colesterol.
Se dividió a los participantes en tres grupos y durante cuatro semanas debían comer su dieta regular y beber alguna de tres bebidas: 28 ml de ginebra, 285 ml de vino tinto y 285 ml de vino tinto no alcohólico.
Todos los hombres probaron los tres programas sucesivamente.
Y tanto el vino tinto alcohólico como no alcohólico contenían las mismas cantidades de polifenoles.
Los resultados mostraron que cuando los individuos estaban en la fase que incluía ginebra no hubo cambios en sus niveles de presión arterial.
Cuando el programa incluía vino tinto alcohólico se observó una reducción ‘pequeña y no importante estadísticamente’.
Pero cuando estaban en la fase de vino tinto no alcohólico se vio una reducción de casi 6 milímetros de mercurio (mmHg) en la presión sistólica y 2 mmHg en la presión diastólica.
Óxido nítrico
Esto es equivalente a una potencial reducción de 14% en el riesgo de sufrir un infarto y 20% en el riesgo de un evento cerebrovascular, afirman los investigadores.
En el estudio se evaluó el efecto del vino tinto no alcohólico midiendo los niveles de óxido nítrico en el plasma de los plarticipantes.
El óxido nítrico es una molécula en el organismo que ayuda a mantener relajados a los vasos sanguíneos y facilita la circulación de más sangre -y oxígeno- desde y hacia el corazón y los órganos.
‘El vino tinto no alcohólico incrementó los niveles de óxido nítrico, lo cual ayudó a reducir tanto la presión sistólica como la diastólica’ explican los especialistas.
Agregan que ‘el alcohol que contiene el vino tinto debilita la capacidad de la bebida de reducir la presión arterial’.
‘Es probable que los polifenoles, que siguen estando presentes después de que se extrae el alcohol del vino, sean el elemento beneficioso del vino tinto’.
Los investigadores concluyen que ‘el consumo diario de vino tinto no alcoholizado podría ser útil para la prevención de la hipertensión baja a moderada’.
El estudio, sin embargo, fue pequeño y no analizó si la reducción en la presión arterial es de largo plazo.
Tampoco se sabe si este efecto potencialmente beneficioso puede aplicarse también a las mujeres con riesgo cardiovascular.
Tal como señalan los expertos, ahora será necesario llevar a cabo más estudios para confirmar el vínculo y responder a estas interrogantes.
Fuente: BBC