Ignacio de los Reyes
BBC Mundo, Ciudad de México Miércoles, 18 de julio de 2012
El caso del banco británico HSBC, que durante una audiencia en el Senado de Estados Unidos reconoció no haber supervisado suficientemente la entrada de dinero procedente del narcotráfico, pone de manifiesto los intentos desesperados de los carteles mexicanos por «limpiar» su dinero.
Pero también los agujeros que todavía existen en los controles bancarios, según los expertos
El informe sobre HSBC, divulgado antes de una audiencia en el Senado este martes, estima que unos US$7.000 millones que circularon por la rama mexicana del HSBC, implicarían que organizaciones criminales mexicanas aprovecharon la falta de control.
El ex presidente de HSBC en México, Paul Thurston, admitió que su compañía cerró sucursales en México en zonas consideradas «de alto riesgo» para el lavado de dinero.
Mientras, otro de los altos ejecutivos del banco, David Bagley, renunció a su cargo tras admitir que el banco había fallado a la hora de prevenir estas operaciones.
En México, las autoridades rechazaron dar más información sobre el caso, pero la Comisión Nacional Bancaria y de Valores adelantó que HSBC podría ser sancionada.
«Si existen indicios sobre la comisión de delito, que se deriven de este reporte y que pudiera ser que ya hay investigaciones en curso dentro de nuestro país, le corresponderá a las autoridades competentes llevar a cabo las investigaciones y, en su caso, informar al respecto», dijo al respecto el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré.
Bienes raíces y coches
Una de las grandes críticas al gobierno en su estrategia contra el crimen organizado es la de no haber atacado suficientemente las finanzas de los grandes grupos y sus intentos por filtrar sus ganancias en el sistema financiero nacional e internacional.
Pero en los últimos años México ha dado pasos para endurecer su regulación sobre lavado de dinero, contestan las autoridades.
En mayo de este año la Cámara de Diputados aprobó la llamada Ley de Lavado de Dinero, pendiente de ratificarse en el Senado.
Su objetivo es prohibir la adquisición de bienes inmuebles en efectivo o prohibir el pago en efectivo de más de US$7.600 de vehículos, joyas o boletos de lotería.
Pero no se trata sólo de una cuestión de legislación, advierte Angélica Ortiz, autora del libro ‘El delito de lavado de dinero’.
«Es posible que por falta de capacitación o de complicidad de algún empleado del banco esos controles internos fallen», le explica a BBC Mundo.
El sector financiero es sólo una parte de este fenómeno, dice Ortiz, también ex directora del área legal en la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el organismo gubernamental encargado de prevenir y combatir este tipo de delitos.
«Aunque no existe una cifra real sobre la dimensión del lavado de dinero en México, cuando estuve en la Unidad documentamos compras de grandes bienes raíces, inversiones hoteleras o en empresas inmobiliarias por parte de la delincuencia organizada», señala
En los últimos cuatro años, las autoridades mexicanas incautaron alrededor de US$210 millones en moneda nacional y extranjera, además de joyas, inmuebles y vehículos utilizados para lavar dinero, según la última información pública disponible, de 2011.
En ese tiempo, la fiscalía general logró 79 sentencias condenatorias por blanqueo.
Pero según la Asociación de Bancos de México, la cantidad de dinero procedente de actividades sospechosas podría alcanzar los US$10.000 anuales.
Ante el aumento de los controles en grandes instituciones financieras, el crimen organizado ha empezado a utilizar también vías con menor supervisión.
Según el Departamento de Justicia de EE.UU., los narcotraficantes mexicanos utilizan además los servicios de envío de remesas o incluso tarjetas pre pago de casas de cambio, de acuerdo al último informe sobre Drogas de esta institución.
Es lo que se llama como blanqueo «hormiga» o reservado a pequeñas cantidades (las casas de cambio tienen que reportar a las autoridades todas las operaciones mayores de US$500).
«Estos centros cambiarios y de transmisión de dinero cuentan con menos regulación, y por tanto es más fácil que el dinero se cuele», asegura Angélica Ortiz.
«Pero también es verdad que todavía el 80 o 90% de la actividad financiera en México se lleva a través de los bancos», apunta.