Según un estudio publicado hace algún tiempo en la revista Nature Neuroscience, las azafatas que realizan constantemente vuelos transoceánicos y atraviesan varios husos horarios, con poco tiempo para descansar entre un viaje y otro, tienen una zona del cerebro llamada lóbulo temporal derecho más pequeña de lo normal.
Según Kwangwook Cho, investigador de la Universidad de Bristol y coautor del trabajo, este fenómeno debe a que el jet lag frecuente no es bueno para el organismo humano, ya que aumenta los niveles de hidrocortisona, lo que a su vez encoge esta área cerebral vinculada a la memoria. De hecho, en una serie de test realizado a las trabajadorss, Cho y sus colegas comprobaron que su memoria a corto plazo y su capacidad de abstracción cognitiva se ven ligeramente mermadas tras cinco años trabajando en estas condiciones.
Si bien los investigadores escogieron centrar sus experimentos en mujeres por su mayor sensibilidad a los efectos del jet lag, los científicos sospechan que este mismo cambio cerebral se produce también en los varones de la tripulación de un avión. Y advierten de que se trata de un riesgo para la salud que las compañías aéreas deberían tener en cuenta.