El sistema inmune es aquel conjunto de estructuras y “procesos biológicos” que nos protegen de muchos procesos patológicos, identificando y matando células alteradas (como las cancerígenas) y una amplia variedad de agentes, tales como virus, parásitos, bacterias y hongos.
El sistema inmunitario se encuentra compuesto, entre otras cosas por linfocitos, leucocitos, macrófagos, neutrófilos y anticuerpos.
Como podemos observar es un sistema complejo, y de hecho, muchas áreas del cuerpo, como las amígdalas, el bazo, los ganglios linfáticos, la médula y el timo, contienen diversos tipos de células inmunológicas que ayudan al cuerpo cuando éste las necesita.
Signos de debilidad de nuestras defensas
Si bien, las infecciones, sobre todo en aquellos casos en donde se suceden a repetición, puede ser un signo claro de “bajas defensas”; hay otros como cansancio mayor del habitual, heridas que tardan en cicatrizar, dolores musculares sin justificación, caída y alteraciones del cabello, que pueden delatar un mal desempeño del sistema inmunológico.
Es por ello que debemos estar atentos a todos estos signos y realizar la consulta médica adecuada para atender a esta situación.
Pero también debemos estar atentos a respetar estos consejos para mantener nuestro sistema defensa de la forma más saludable:
Realizar una alimentación balanceada
Desde nuestro nacimiento, el calostro materno y el amamantamiento, generan un buen estado de defensas. Por ello la alimentación es esencial para tal fin.
El agua es esencial para todas las funciones de tu cuerpo, incluyendo el sistema inmunológico. Debemos tomar al menos de 6 a 8 de vasos de agua al día.
Debemos realizar una alimentación balanceada con alto consumo de frutas y verduras. Consumir proteínas y carbohidratos para mantener la generación y reparación celular y el estado energético óptimo.
Vitamina C: reduce la severidad de cuadros gripales. La encontramos en kiwi, cítricos, melón, pimiento y tomate.
Vitamina A: contribuye a mantener las barreras mucosas. La encontramos en hígado, huevos, lácteos y algunas frutas como cerezas y melón.
Vitamina E: aumenta la respuesta inmunológica. Presente en aceite de germen de trigo, de soja, cereales (pan, arroz, pasta integral) aceite de oliva, vegetales de hoja verde y frutos secos.
Otras vitaminas: tienen especial importancia las vitaminas del grupo B. Se encuentran en carnes, pescado, mariscos, huevos, cereales, legumbres, frutas y verduras de hoja verde.
Hierro: hígado, carne, pescado y huevos.
Zinc y selenio: presentes en casi todos los grupos de alimentos.
Controlar estrés
El ritmo de vida diaria, con las exigencias crecientes, han generado un nivel de estrés crónico en la población (también llamado distres) que genera severas alteraciones de las defensas. Los consejos para su manejo se resumen en ejercicio y actividades al aire libre, técnicas de relajación, ejercicios de respiración, yoga, reiki y por supuesto la consulta con especialistas del área de psicología.
Dormir lo suficiente
Muchas funciones reconstituyentes y reparadoras se realizan durante el sueño. El sueño debe ser de unas 7 a 8 horas aproximadamente. Deber ser de corrido, sin interrupciones y sobre todo reparador.
Realizar actividad física regular
El ejercicio regular y controlado mejora el estado anímico, fortalece el estado cardiovascular, ayuda al control del peso, favorece un buen descanso y sueño regular y aumenta las defensas. Lo ideal es 1 hora 3 o 4 veces semanales o 30 minutos diarios.
Volver a lo natural
Los químicos, conservantes, colorantes, edulcorantes artificiales excesivos, las comidas enlatadas y pre-elaboradas tienen un efecto nocivo sobre nuestras defensas. Incluso muchos autores pones en tela de juicio los “productos para estimular el sistema inmune”. Consultar al médico es la mejor opción.
Mantenerse positivo
Estar de buen humor, alegre y sobre todo sonreír varias veces al día, completa el esquema que nos permita estar fuertes frente a las agresiones externas.
Fuente: http://saludable.infobae.com