Esta superstición parece tener su origen en los romanos. En el calendario romano se desaconsejaban varios días para el matrimonio, entre ellos el período del 29 de abril al 22 de mayo, porque se consideraba que traía mala suerte. De hecho, para los romanos, mayo era el mes de los malos espíritus. Tampoco se podían celebrar bodas durante los idus de febrero, que comenzaban el 13 de febrero y se prolongaban hasta el día 21, y eran fiestas en honor a los difuntos.
La mala fama del mes de mayo también se atribuye a la llamada «Noche de Walpurgis», una celebración de los pueblos celtas que tenía lugar la víspera del primero de mayo, y durante la cual se suponía que se reúnen brujas y brujos de todo el mundo para invocar a espíritus malignos, lo cual podía afectar negativamente a la fertilidad de los jóvenes esposos que decidieran contraer matrimonio.
Las supersticiones romanas están también detrás de la costumbre de que la novia lleve vestido blanco y con cola, ya que de este modo se creía que borraba sus huellas para que los malos espíritus no persiguieran a los recién casados.
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