Horripilante, hiena, monstruo, bestia. Idiota, imbécil, inhumano, fiera. Repugnante, degenerado, morboso, horroroso, abominable, macabro.
Son sólo algunas de las palabras que se usaron en los medios de comunicación argentinos en 1912 para describir a Cayetano Santos Godino, el «Petiso Orejudo» (por sus recordadas enormes orejas), quien es considerado el primer asesino en serie de la historia del país.
Este mes de diciembre se cumple un siglo desde su captura, pero aún la macabra leyenda de este personaje resuena en el país. Y no es para menos. El «Petiso Orejudo» era un asesino de niños, que mató a cuatro infantes e hirió a diez más.
A lo largo de los años, su nombre ha sido repetido entre algunas familias argentinas para aterrar a los niños.
«A los niños, para que se durmieran, les decían que lo hicieran o que vendría el ’hombre de la bolsa’, ’el cuco’ o el ’Petiso Orejudo’», le dice a BBC Mundo el escritor y periodista Rodolfo Palacios, autor de un libro sobre Santos Godino.
Para este aniversario, una compañía teatral lanzó una obra que reconstruye la historia, y la Biblioteca Nacional convocó a un coloquio de historiadores y conocedores del caso para discutir su efecto en la sociedad.
«Es una leyenda negra de la historia criminal argentina», añade Palacios.
«Si para los 100 años se hizo un coloquio sobre este caso, es probable es que para los 200 años se haga otro para hablar de los crímenes, debido a lo atroz que fueron».
No hay forma de disimular o suavizar lo que hizo el «Petiso Orejudo». Sus víctimas eran bebés de meses o infantes de unos dos años. La forma en la que los asesinó fue similar.
Primero los golpeaba con las manos o una piedra, los ahorcaba con una cuerda y una vez que probablemente ya estaban muertos les clavaba un clavos.
Otros sobrevivieron pero fueron objeto de ataques feroces por parte del «Petiso Orejudo».
A una bebé de 18 meses la golpeó numerosas veces con una piedra en la cabeza, a otro niño de dos años le quemó los párpados y hubo otro intento frustrado en el que trató de ahogar a un pequeño en una piscina.
Se dice que realizó su primer ataque cuando tenía siete años. Al ser arrestado tenía 16.
¿Demente?
«Por los patrones que construyó el FBI (la agencia de investigación policial estadounidense) sí se puede decir que el ’Petiso Orejudo’ es un asesino en serie», afirma Palacios.
«En la historia criminal argentina siempre se habla de dos asesinos en serie, uno es el ’Petiso’ y el otro es Carlos Robledo Puch (quien mató a once personas hace 40 años)», añade.
En 1913, como parte del proceso judicial a Santos Godino, se le practican varias pericias médicas. En casi todos los informes se lo califica como un desequilibrado mental.
«La prensa de la época contribuyó también a hacer de él un monstruo. No hubo humanización posible. Él también fue una víctima por cosas que sufrió en su infancia por parte de sus padres», dice Palacios.
Santos Godino era hijo de Fiore y Lucía, quienes a fines del siglo XIX llegaron a Argentina desde la región de Calabria, en Italia.
«El padre le pegaba con palos o puños. Su hermano le daba ginebra cuando era muy niño. Vivió en un hogar agresivo que lo llevó a ser quien fue», cuenta el escritor.
«Y las pericias psiquiátricas que le hicieron después (de los asesinatos) decían que los golpes recibidos lo llevaron a ser incapaz de discernir entre el bien y el mal», agrega.
De hecho, el propio padre, cuando Santos Godino tenía nueve años, lo denunció a la policía por su carácter agresivo, por atacar a vecinos y luego de haber encontrado una caja con aves muertas y torturadas bajo su cama.
Ello llevó a su detención por tres años en un centro penitenciario juvenil.
«Pero es fue como una escuela del delito para él y es ahí donde aprende a hacer los nudos con cuerdas para matar», explica Palacios.
En concordancia con las teorías criminales y de psiquiatría de la época, las enormes orejas de Santos Godino fueron objeto de curiosidad criminalística.
«Era la época de Césare Lombroso, un criminólogo italiano que consideraba que la fealdad era uno de los motivos salía a matar o a robar», dice Palacios.
Lombroso, recuerda el periodista y escritor, definía al criminal en potencia como una persona de mirada extraviada, frente ancha, nariz aguileña, orejas aladas y mentón largo.
«Tales teorías hicieron que se considerase al ’Petiso’ como un delincuente nato», asevera.
Por ello, ya en 1927, mientras estuvo purgando su pena en el Penal de Ushuaia, en Tierra del Fuego, en el fin del continente sudamericano, fue operado de las orejas para hacerlas ver más pequeñas.
«Algo que obviamente no resultó», tercia Palacios.
Santos Godino estuvo casi 20 años en el Penal de Ushuaia. Un lugar que debió haber sido particularmente duro para los presos por las heladas temperaturas del lugar casi todo el año y la falta de calefacción moderna.
Durante una visita al lugar, BBC Mundo pudo incluso ver la celda donde estuvo detenido. Un reducido espacio, helado, con paredes de roca incolora que produce escalofríos.
Ahí murió el «Petiso Orejudo» en 1944, a los 48 años. La versión oficial dice que fue golpeado por otros reclusos hasta fallecer.
En la propia cárcel, hoy en día un museo, se afirma que nunca fue aceptado en la comunidad carcelaria.
Aunque irónicamente, 100 años después, su nombre sigue siendo parte del folclore (macabro) del país.
Fuente:http://www.bbc.co.uk