Hay hombres bajo perfil. De esos que disfrutan de una charla entre pares del mismo sexo, y que frente a una mujer la dejan lucirse, pavonearse, hacer gala de todos sus atributos, porque consideran que ese juego amerita su galantería, rasgo que consideran una de sus mayores virtudes. Y están también los hombres a los que me atrevo llamar «los Pedro Bello», en honor al conductor de la serie animada «Los autos locos» que estaba perdidamente enamorado de Penélope Glamour. Este tipo de caballeros no conoce del respeto por los otros, vive compitiendo para demostrar que es más. Y no para de hablar de sí mismo. De su hombría, sus conocimientos, éxitos, conquistas…
Según un reciente estudio científico realizado por neurólogos de la Universidad de Harvard, quienes muestran esta última inclinación experimentan mucho placer al hacerlo. Un goce asimilable a tener sexo. Otra vez la responsable es la dopamina, la hormona del placer que al parecer también se despierta con el engreimiento humano. Según publicaron estos investigadores en la web, así como muchos estudiantes pagarían por ver a personas atractivas del sexo opuesto, quienes son reconocidos por su narcisismo «son capaces de renunciar al dinero con tal de poder hablar de sí mismos».
Poder identificar a estos hombres «Pedro Bello» no es difícil, solo se trata de estar atentas a algunos de sus rasgos más predominantes. Y no se aflijan si caen en sus redes, a todas nos ha pasado, suelen ser muy seductores:
– No son de los que te llaman al día siguiente de haberte conocido para invitarte a salir, les gusta demorar el contacto porque creen que así se agiganta el deseo que puedas sentir sobre ellos.
– Una vez que la cita se concreta, eligen lugar, fijan hora y posiblemente te sugieran verse directamente ahí en vez de pasarte a buscar. Hay quienes hasta osan llegar retrasados.
– Adoran liderar la conversación y no saben, ni siquiera, qué es la falsa modestia. Sin reparos subrayan sus virtudes, sus hazañas y no son para nada discretos con la vida de sus ex, sobre todo si la experiencia les sirve para agigantar el mito del macho bravío. Un dato más: les encanta que otros recuerden anécdotas que los tengan como protagonistas. Los escucharán arengar a sus amigos para que cuenten lo vivido.
– Tampoco son discretos a la hora de seleccionar su vestuario. Puede ser que no elijan colores estridentes pero seguramente la ropa que usen marcará sus atributos físicos.
– Si por alguna razón les conviene mostrar que son generosos, solidarios, contarán con minuciosidad lo bien que se han portado con tal o cual persona, o el dinero que han donado para una causa. Nunca harán el bien sin que nadie lo sepa.
¿Has conocido algún hombre de estas características? ¿Por qué te atrajo? ¿Qué fue lo primero que rechazaste de su forma de ser?
Fuente: http://ar.mujer.yahoo.com/