Qué hacer para no ilusionarse con un gay no asumido

Qué hacer para no ilusionarse con un gay no asumido

 

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“El muchacho que no ha salido del clóset tiene encima dos mil años de represión –jodita que se mandaron entre la religión, la ciencia y el estado-, dos mil años de negación, dos mil años de castigo (…) El que no sale del clóset y por no salir y estar aburrido allí adentro, se casa, es víctima y victimario. Sufre y hace sufrir”, aseguran Ticiana Azevedo y Consuelo Dieguez, dos periodistas brasileñas que publicaron su trabajo “Maridos, fuera del clóset” (EdicionesB), una guía que promete dar las pistas para dilucidar esas dudas que algunas mujeres tienen del hombre en el que posaron sus ojos.

No es un libro anti gay, y eso las autoras lo dejan claro, en el caso de los que lo tienen asumido. El problema, como dicen, está en los que aún permanecen dentro del clóset, reprimidos, buscando a veces una fachada con una mujer, engañándola y engañándose a él mismo. Su texto, explican, habla de “gente que entre su propia felicidad y el qué dirán, elige el qué dirán. De gente que sufre y podría no sufrir (quizás no sepan que podrían dejar de sufrir). De tipos que no pueden parar de engañar porque no saben cómo parar de engañarse”.

El texto surgió a raíz del encuentro con una conocida de ambas autoras, Sofía, una exitosa ejecutiva que parecía encajar a la perfección con su marido, hasta que él le confesó que siempre supo que era gay y que desde hace unos meses mantiene una relación con otro hombre.

Inmediatamente, Sofía buscó en su pasado señales que no advirtió en su momento y que le podrían haber ahorrado el balde de agua fría de enterarse ya casada que su marido era homosexual. Y una vez ya superado el momento, y tras un largo viaje de búsqueda espiritual que le dio un giro a su vida, le propuso a Azevedo y Dieguez escribir esta guía.

“(La idea es) ayudar a las mujeres inteligentes a identificar señales sutiles, y a veces no tan sutiles, de que aquel tipo maravillosos que ella conoció en el gimnasio, en la casa de un amigo, en un café, en el avión, en la oficina, sea donde fuera, puede ser gay”.

Entre las pistas obvias y algo maqueteadas, las autoras mencionan el gusto por los chismes, el uso de cremas en una cantidad mayor que una mujer común; la preferencia por marcas finas (Prada, Dior, Gucci, etc.), y la gentileza que sale por borbotones de sus poros, sobre todo cuando se trata de dar algún consejo de moda o belleza.

De más está decir la dificultad que presentan para concretar algún encuentro amoroso con una mujer. Otras señales que entregan son:

1.-Lo acabas de conocer y te encanta su espíritu fiestero, alegre, y qué decir de su físico estudiadamente trabajado. Pero resulta un problema para ti estar a solas con él, porque adonde lo ves, siempre está rodeado de sus millones de amigos hombres. “¿El heterosexual se queda todo el tiempo pegado a otro hombre? A no ser que sea adolescente -que necesita andar en grupo para sentirse más seguro a la hora de acercársele a una chica-, desconfía si el sujeto ya pasó los 30 (estamos siendo generosas) y va enganchado todo el tiempo de los mejores amigos”, aseguran.

2.-Siempre aparece emparejado con una mujer increíble -modelo del tipo farándula-, que exhibe con orgullo. Dice estar enamoradísimo y hasta lanza la idea de casarse aunque apenas lleven una semana saliendo. Pero a los días siguientes, el compromiso suele romperse. Otro caso es que puede tener una novia eterna que nadie conoce.

3.-Sus demostraciones de amor -sorpresas con declaraciones de amor que incluyen mariachis, rosas, etc.-, prefiere hacerlas en público escasamente en la privacidad del hogar. Le gusta el show y claramente, más que demostrar un gran detalle hacia ti, prefiere ser el protagonista del momento, mostrándole a sus espectadores lo romántico que es y lo enamorado que está.

4.-Tiene una relación extremadamente dependiente con la madre. “Hay gays asumidos que no se llevan bien con sus madres (…) Pero la mayoría, dentro o fuera del clóset, tiene relaciones viscerales (con ellas)”, dicen Azevedo y Dieguez.

5.-Siempre va muy serio, pero basta que tome un par de copas para que se desate un ser reprimido dentro de él, muy gracioso y cariñoso con otros hombres.

Sea como sea, las autoras piden a todas las mujeres entregar su granito de arena. “La relación es clara: mayor libertad, menos clóset, menos hipocresía”, dijeron, al mencionar todas las salidas del clóset que hubo en Argentina, cuando la opinión pública trasandina dio la posibilidad de hablar abiertamente del tema al discutirse el tema del matrimonio igualitario en 2010.

“Si las mujeres no quieren chocar con la decepción de encontrarse con que el hombre de sus vidas en realidad es un gay no asumido, deben (…) tratar de hacer para todos de este mundi un lugar libre, y más fácil de ser vivido. Deberán ser madres que acepten no ser dueñas de la sexualidad de sus hijos. Deberán ser vecinas menos condenatorias a la hora de chusmear sobre quién se acuesta con quién. (…) Y quienes están en el clóset deberán también saber que cada uno que sale, ayuda a otro”.

Fuente: http://www.emol.com

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